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Mostrando las entradas de febrero, 2009

(DE LOS 100 SONETOS, BONUS)

 Poemas de Alberto López Serrano EN EL RECTÁNGULO DE MI VENTANA                              Números corruptores de menores                                   Roque Dalton ¿Se podría trazar trigonométrica- mente la soledad de mi ventana? Me harán falta quizás, más que aritmética, vectores que me acerquen a tu cara y el ángulo que cumpla el teorema de los dos labios en función cuadrática. ¿Y me hará falta convertir la métrica de mis endecasílabos al álgebra, o sólo es un factor imaginario el que debo integrar a mis razones? Yo ignoro qué determinantes pasos o en cuál eje derivan los cosenos. Sólo sé que, a raíz de los recuerdos, mi ventana es polar todas las noches. ALBERTO LÓPEZ SERRANO EN EL CRECIENTE PLANO DE MIS POROS Yo creyéndote elipse, o si acaso parábola, circunferencia bien sería mucho y sólo eres segmento sin pendiente, sin rumbo, sólo estando en el plano de mis ojos, sólo un trazo ficticio de seguro, sólo un gesto que inquieta

DE "CIEN SONETOS DE ALBERTO"

De "Cien sonetos de Alberto" (2009) Alberto López Serrano DISTANCIA El mundo libre no me deja amarte en este mar de cuerpos lujuriosos, y mi rostro con ojos jubilosos sabe mil versos de la piel sacarte. Dos palabras me bastan para darte los placeres y al mundo decorosos ojos mostrar, y hablar tan silenciosos que a ti el estruendo llega a sonrojarte. Sin abrirlas, mis alas te despliego. Sin tocarte, mis labios te acarician. Sin verte, robo de tus ojos fuego. Por estos mares que en pudor se envician, se aleja el cuerpo la distancia leve, y nadie mira que el pulgar se mueve. VEN ¿No es esto lo que anhelas vehemente? ¿No es esto lo que buscas indiscreto? ¿Por qué vacilas hoy de pronto al reto y las alas escondes indolente? ¿Por qué vas fugitivo y no de frente al vuelo que animoso, no en secreto, dedicaste el apuro? ¿Qué respeto y qué encendido fuego por valiente? ¿Adónde la ilusión del ardimiento? Engaño, acaso, y débil elem

ODISEO

Pobre Odiseo, finalmente en casa, y no está, las paredes volviéndose viento y el piso escarbando con sus raíces: ¿no es que eran de agua los desvelos de antes? Tantos años para darse cuenta que su piel es como la tierra: vulnerable, como estar para usarse públicamente, y colgando en las ventanas una fotografía de sus manos, aquellas manos de tejer y destejer. Hoy navegan el océano, y el pobre Odiseo es un espantapájaros de madera cayendo como grano en el cemento. Y recuerda el encanto en Circe, Calipso: el paraíso… Pero Ítaca es esto: una cama que espera, vacía, sin las manos que tejen y destejen: como cualquier lugar de extraños y alas rotas, con el sol quemándole las carnes, esperando entre guijarros húmedos del mar que se la lleva. Pobre Odiseo, sangrando un lento lagrimeo eléctrico. Ítaca es navajas de afeitar, Ítaca es el ruido de las hojas secas rodando por el suelo seco, Ítaca… Y se aleja más y más por el mar Penélope y Odiseo plantado en las es