De "Y QUÉ IMPOSIBLE NO LLAMARTE INGLE"
Y QUÉ IMPOSIBLE NO LLAMARTE INGLE Alberto López Serrano IV Una gota de agua (me pareció) se convertía en océano, me desdibujaban las olas la voz, mi piedra trastocada en monte firme, un trazo rústico develando el sendero de fluidos y la médula toda concentrada en mis labios y mi piel toda traslucida en lengua que olvida el alfabeto, el arpa (¡y qué importaban alfabeto y arpa!), y el polvo de mis átomos resurgido en pálpitos de aliento, y van rajando tus labios los míos, y el cuello abandonado a tu saliva, y el pecho humedecido en tus mordiscos, y el muslo abandonando los escudos y aquello que lubrica entre los muslos esperando, y lengua desgarrándome el abdomen y mi ombligo que en poco ignora lo que sigue… XVII Y yo tan seriecito, y yo tan tiernamente pintiparado y queriendo devolverte el sismo, o una réplica quizás, o alguna respuesta que vibre en tu costado, y yo tan decente y contenido. Ay, ¿qué respuesta? Y yo tan prudente y tú que me alucinas