Helena



HELENA 

No es Helena quien te está esperando
con dorados bucles en su alegre cara
cuando subas alto en los muros derrotados.
Verás la sombra de una idea,
el fantasma de un perro desquiciado que te ronda.
Te acercarás para sitiarlo
y sus dientes de niebla habrán de traspasarte.

No es Helena quien te espera.
Debió quedarse en Pafos, Tiro o Menfis.
Nunca estarás en Troya.
Sus murallas siempre han de caer bajo el látigo ciego de tus días triunfales.

No es Helena.
Tampoco te amará morbosamente. No es Helena.
Será la mordida de un recuerdo,
la ficción de un encuentro que planeaste,
una jauría de lobos sobre el tejado azul,
en su boca negra verás a Casandra por fin muda en su advertencia loca,
en su boca negra verás a Hécuba llorar amargamente por ti.

No es ella.
Un reflejo masticado,
el eco débil de un grito contra el muro,
el golpe sordo del caer los velos en el mármol,
un lejano tambor que se congela,
sombras que bailan cuando el aceite en la lámpara se está acabando.

No.
¿Y después de la caída?
Hormigas devoran tu equipaje nuevo.
Un brindis,
y un perro sonríe como un dios dormido que no acepta libaciones ni jactancias.
Cuando subas por las Puertas Esceas,
cuando corras los velos para ver hacia abajo la llanura,
cuando se queme la luz sobre tu cara
y admires la sombra opaca de la idea que esperabas encontrar después del triunfo,
sabrás entonces que no es Helena quien te está esperando.


Alberto López Serrano
"El domador de caballos", Alkimia Libros, San Salvador, 2013

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