Estos hablan de Eros...
Poemas incluidos en "Cantos para mis muchachos"
Alberto López Serrano
Alberto López Serrano
51
Dios que desatas miembros en el pecho,
dulciamarga alimaña siempre alegre,
con tus flechas me atrapas fácilmente,
pues eres invencible y tan certero.
Con un solo y finísimo cabello
mis manos aprisionas y me enciendes
fogoso en el desorden nada leve
que mi antorcha ilumina con tu fuego.
Dulce letargo del estar cautivo
en la amable prisión de los sentidos
y ¡quién de tus saetas se ha librado!
Irresistible me pareces, Eros,
entre inmortales dioses niño bello,
el más dulce y, con todo, el más amargo.
52
Eros jamás volvió con tal dulzura
y en celeste belleza aún me ciega,
y par no encuentro ahora que me anega,
pues al dios me refleja la amargura.
Es tormento lo que antes fue hermosura,
es suspiro lo que antes fuera entrega,
y sueño el alfa cuando escribo omega
sobre las brasas de la antigua albura.
He soportado las cuantiosas penas
halladas en varón enamorado,
por el hielo que el pecho me ha quemado.
El viejo ardor me forma las cadenas
con que amarro mis manos a los cantos
prendiendo en nuevo son mis viejos llantos.
53
Si caro a Eros soy, ¿por qué me ataca?
Si acaso me desprecia, ¿por qué es grato
el dulce beso en lúbrico arrebato?
Si es bestezuela que en ternura opaca,
¿cómo terca y amarga se destaca?
Ni más propicio el dios ni más ingrato,
ni acrecienta ni libra con su trato
el viento que me empuja y que me atraca.
Desordena los miembros en mi pecho
y los contiene con su fuego estrecho,
pues fácilmente hiere en juego astuto.
Si me quedo, se aleja; si me quiero
marchar, me encierra. Espina y jardinero,
que no da vida ni por fin el luto.
54
Unos dicen que el Crónida, unos que Ares
y otros que Apolo flechador de lejos,
o Poseidón sacudidor de mares,
o Hades que lleva a jóvenes y viejos.
Yo digo que Eros es el más funesto,
Eros, el más terrible de los dioses,
pues con un simple y delicado gesto
vence al más fuerte y doma a los feroces.
¡Paris lo supo en la agridulce Helena,
y Apolo desgarró su clara lira
sin Jacinto! También ahora llena
mi recuerdo una voz que se retira,
un bello rostro en fuga sin que mate,
y eso es peor que un rayo o que un combate.
55
No me reprochen si he amado tanto
o si ha mi antorcha mantenido ardiente
la primer vista hasta el adiós hiriente,
o si he mi verso consumido en llanto.
¡Quién me podría censurar por eso!
Conmigo arrastro la violenta pena.
No hagan más taladrante mi cadena,
y consideren que Eros por un beso
no más (o bien por menos) bien podría,
si se le antoja, atarles en pasiones
más locas y violentas que la mía,
y sin que existan válidas razones
que disculpen su ardor de enamorados,
¡y ojalá sean menos desdichados!
24
Amable dios de placentero oficio,
ardiente flechador, Eros funesto,
¿por qué provocas a dejarme enhiesto,
fogoso al traspasar tu dulce vicio
y me niegas tu flor cuando ya inicio?
Mas si dejar tu oficio me he propuesto,
más abierto tu ardor y más dispuesto
me ofreces provocándome el desquicio.
Cuando yo quiero actuar, tú no me dejas;
cuando no quiero arder, dejas las quejas,
celeste niño en tu jugar astuto.
¡Cómo acabar si al comenzar te apartas?
¡Cómo ser casto si tu culo ensartas?
Ni ser me dejas casto ni ser puto.
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