Pyrra
378 (PYRRA)
Tetis teje piedras con la arena.
Los bordes le desgarran la piel
blanda de los dedos.
El pálido rostro perdido en los
ojos del vacío.
Y los pies de plata mastican olas
de purpurina
y de su propia sangre.
Hallaron los cabellos cortados en
el lodo,
rubio vellón a destajo
trasquilado.
¿Tres disparos en el tórax no
bastaron, Ménades?
Le rasgaron el vestido y la
sandalia azafranada.
Las uñas le quebraron y los
dedos.
¿No saciaron, Ménades, con sangre
el odio?
¿No retuercen la calle y sangre
escurre?
Tetis se levanta gris entre las
olas.
Abraza a las nereidas que han
llegado y que le cantan.
Abraza los recuerdos que la
queman.
Camina sola en la caliente arena.
Ruidosa cae al reclamar a Zeus…
Un río se abre paso hacia el
océano.
Hija de Tetis, Pyrra Aquilea de
veloces pies,
más rápido corrieron los
disparos,
más rápido caíste en la acera
sorda.
Y tu sangre…
Tetis desgarró su largo peplo.
Peleo arrancó la tierra con sus
dientes.
Patroclos desgarró su amante
corazón en mil astillas.
Las Ménades dirán “Matan hombre
disfrazado de mujer”.
Las Ménades cantarán a su dios de
odio en gratitud.
Aquilea de veloces pies, hermosa,
no sabrán desgarrar la lucha
diaria que has dejado.
Verás que la sangre y purpurina
generan más la lucha,
y con Peleo y Tetis llevaremos tu
mensaje.
Las manos diversas se levantan.
“Cantos para mis muchachos”,
Zeugma Editores, San Salvador, 2014
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